Sentir Nada

Sentir nada es cuando te despiertas, te das un estirón de gato, todo tu cuerpo se expande y te deja una sensación de descanso; no tienes ninguna cicatriz que te haga pensar que se te va a romper la piel, o no estás tan hinchada por una cirugía reciente que simplemente no te deja estirar totalmente.
Sentir nada es cuando te acuestas a dormir y sin importar la posición en la que decidas acostarte, duermes plácidamente porque no tienes ninguna molestia o dolor que te impida acomodarte como quieras.
Sentir nada es cuando vas en modo automático y hasta se te olvida que tienes un cuerpo, porque todo funciona tan perfectamente que no tienes que recordar que debes hacer o dejar de hacer cosas para mejorar tu salud.
Yo siempre he sido la mega-partidaria de escuchar a nuestro propio cuerpo, sentirlo y dejarlo ser, pero sentir nada es lo que más me gustaría que me pasara por estos días.
Después de todo este trote que he vivido desde el 2016, el año pasado decidí que mi cuerpo había tenido suficiente dolor por una o dos vidas y que no estaba dispuesta a someterlo a más sufrimiento. Dije; nunca más a una quimioterapia, nunca más una radioterapia, nunca más a la medicina tradicional china que me hace tener náuseas. Nunca más a terapias de bioenergéticos con chupas que me duelen, a masajes que en vez de generarme placer me hacen sudar y sufrir, y nunca, pero nunca más a la cera o a la depilación con hilo o cualquier engüento, en cualquiera de mis partes. El año pasado decidí que iba a evitar el dolor lo que más pudiera; lo que no me imaginé en ese momento, era que el dolor se estaba cocinando por dentro, que lo iba a conocer de frente y que iba a cambiar mi mentalidad y muchas de las decisiones que había tomado.
Me había acostumbrado a convivir con los tumores. Pues es que, a la larga era solo aprender a vivir con la incertidumbre de la vida, del próximo examen, de si habían crecido, se habían mantenido o milagrosamente habían desaparecido. Ya había exorcizado casi que todos mis demonios, hecho las paces conmigo misma y con todo el mundo, ya había entendido el porqué el cáncer llegó a mi (para los que creen en este cuento) pero pareciera que eso como que solo aplica para el cáncer de seno, que son las que uno más escucha predicando sobre su gran maestro de vida. Nosotras los que tenemos tipos de cáncer más desgraciados, agresivos y poco estudiados, como que nos toca aferrarnos a la suerte.
A finales del año pasado, con el cambio de trabajo de mi esposo, mejoramos radicalmente nuestro seguro médico. Conseguí un nuevo oncólogo en Hong Kong, me hice los estudios de rutina, y lo que me temía salió. Los tumores en el hígado se crecieron, especialmente uno, se notaba bastante grande, y para rematar, volvieron a aparecer pequeños nódulos en los pulmones.
Me ofrecieron 3 tipos de tratamientos, pero yo estaba segura de mi decisión, así que con toda la seguridad que el caso amerita, le dije al oncólogo “Gracias, pero NO gracias”
Su respuesta fue muy simple, le parecía sensato y remató diciéndome “tal vez cuando empieces a tener síntomas, podemos retomar el tema, como terapia paliativa”
Yo salí de su consultorio muy tranquila, pero no entendía muy bien a qué se refería con lo de los síntomas y la terapia paliativa. O bueno, sí que lo entendía teóricamente, pero pues, obvio eso no me aplicaba a mí.
Yo hoy que lo pienso retrospectivamente, creo que siempre pensé que el día que la enfermedad avanzara hasta el punto de llegar a la agonía, yo iba a estar de vacaciones y entonces un día cualquiera me iba a enfermar y al otro día mis óranos colapsarían y ya, así de fácil sin trauma y sin dolor; ¡lindo!
En fin, yo decidí seguir mi vida, me sentía lista para nuevos retos; conseguí un nuevo trabajo, le aposté a volver a tener ingresos y fue muy enriquecedor (aunque no literalmente, LOL), pasé navidad con mi familia; algo que no había hecho por 4 años, planeé mi regreso a Hong Kong para febrero, después de unas merecidas vacaciones a un destino con el que siempre había soñado. Parecía que tenía un plan. Con Peter habíamos hablado de viajar mucho este año, terminar de conocer rinconcitos de Asia, ir a conciertos, teatro, museos. Planeamos vivir este primer semestre del año a 100%; habíamos hablado (mejor decir que YO hablé) de la probabilidad de que este fuera nuestro último año juntos, así que no queríamos perder mucho tiempo separados.
Enero llegó y con él, una tos super fastidiosa que me empezó a asustar. Obviamente todos los pacientes oncológicos somos super prevenidos, y ante cualquier dolor ya pensamos que el cáncer hizo metástasis allí. También un dolor de espalda terrible se apoderó de mí, y aunque yo se lo atribuía a las camas o colchones donde me tocaba dormir (por estar de arrimada en todos lados) la vocecita del fondo me decía otra cosa.
Estaba lista para regresar a Hong Kong, quería ir a mi lugar seguro; donde había planes, donde me sentía libre y no me sentía culpable de no estar “luchando” en un tratamiento oncológico. Pero no me podía ir porque me sentía comprometida con un reencuentro de amigas que habíamos planeado tiempo atrás; que si bien, tenía muchas ganas de verlas y fui feliz de verlas, en esos momentos yo solo quería desaparecer.
La tos se intensificaba más y el dolor de espalda iba y venía. El hígado en sí me empezó a doler por primera vez, como unos calambres al estar parada más de 5 minutos, y yo por fin comprendí que el cáncer dolía, y supe cómo dolía y reaccioné a las palabras “síntomas” y no me sentí bien. Me sentí incómoda, traicionada por mi propio cuerpo ¿Cómo es posible que duela?
Decidí consultar a mi oncólogo de cabecera en Medellín, al que me había jurado no volver a ver. Sus tratamientos sugeridos fueron los mismos que me dieron en Hong Kong, pero el paisaje que él me pintó fue diferente. Supongo que por diferencias culturales y también por una historia construida de casi 4 años, su interés en mi bienestar es mucho más genuino.
Acepté volver a quimioterapia; la idea era hacerla en Hong Kong, pero si no es una cosa es la otra, y esta vez fue el dichoso coronavirus. Aplacé mi regreso por un tiempo, al menos hasta que se controle la situación en esos lados. Volvimos a realizar estudios de imágenes y los resultados mostraron crecimiento en los tumores. El tumor que ya me dolía en el hígado había que hacerle un procedimiento de embolización, que es prácticamente cortarle el flujo de sangre que le llega para que así no solamente no tenga cómo crecer más, sino que disminuya de tamaño.
Después de pensar que Coomeva me iba a desahuciar, el proceso de aprobación fue más fácil de lo que pensaba y me confirmaron fecha del procedimiento para el 22 de marzo; pero el dolor era cada día más fuerte y yo estaba desesperada porque me lo hicieran ese mismo día. Ya no me provocaba salir de mi casa porque caminar se había vuelto un martirio para mí y me empezó una presión en la boca del estómago que no me dejaba comer ni respirar bien (era super divertido ☹). Mi masa muscular empezó a desaparecer (de nuevo), el apetito a irse y yo a sentirme achantada otra vez.
Gracias al sagrado rostro, mi esposo pudo venir por esos días a acompañarme. Eran los días que se suponía íbamos a estar en unas playas paradisiacas, pero yo realmente no daba pie con bola para hacer turismo; no podía imaginarme sentada en un avión por 5 horas, así que los planes cambiaron a unas vacaciones en Envigado sin casi salir de casa.
Después de presionar en todas partes, me cambiaron la fecha de cirugía para el 3 de marzo. Hicimos el procedimiento. Algo relativamente sencillo; el médico, su residente y 4 enfermeras, entraron conmigo a quirófano. Era anestesia local, entran el catéter por la ingle y suben hasta llegar al tumor. Allí inyectan el material que bloquea las arterias y listo. Salí a recuperación y el dolor en la boca del estómago era insoportable. Yo solo quería reencontrarme con mi buena y vieja amiga la hidromorfona, pero no, al médico se le ocurrió que íbamos paulatinamente con medicamentos para el dolor; más o menos empezó por desenfriolito hasta que la dipirona ya algún efecto me hizo… ¡pero lo conseguí!, como 3 horas después me inyectaron la hidromorfona y mi semblante cambió drásticamente.
Pasé dos noches en el hospital en compañía de Peter y con las constantes visitas de mi hermana Mafe. La verdad, no estuvo tan mal.
Hoy ha pasado casi una semana desde el procedimiento; voy mejor, aun muy hinchada, la presión en el estómago no se ha quitado, con un poco de dolor de espalda, pero el dolor en el hígado desapareció por completo.
Mañana ya me espera un nuevo mini procedimiento quirúrgico, al cual le he huido por años y aun no estoy segura de querer hacerlo. La instalación de un catéter en el pecho; el famoso “Port-a-cath”, que es estrictamente necesario para iniciar esta nueva quimioterapia, ya que la infusión dura 24 horas.
El próximo 16 de marzo tengo programada la primera infusión de Yondelis (así se llama la quimioterapia, o como dice mi oncólogo políticamente incorrecto, la quimioterapia con nombre de muchacha del servicio) pero saben qué, aun me quedan un par de horas, antes de la instalación del catéter, para arrepentirme y cancelar todo esto; porque honestamente me ha vuelto la duda de si seguir o parar…
La duda, siempre la duda. Que susto!
Ser o no ser, siempre será la cuestión! Estoy segura que la decisión que tomes o hayas tomado siempre será la traerá más paz primero a ti y luego a los que estamos contigo en este proceso. Creo en los milagros porque los he visto con mis ojitos, y los he visto en tu vida y se con absoluta certeza que los seguiré viendo en ti. Aca te sigue esperando la posada OspiSuarez para cuando vuelvas a emprender tus viajes!
Sos la persona más valiente, luchadora y fuerte que he conocido. Y la decisión que tomes será la mejor para tí. Siempre en mis oraciones y la energía más positiva para tu recuperación.
Lucha sin rendirte como hasta ahora lo haces. Prometo reír contigo días imparables cuando todo pase. Estás para grandes cosas en esta vida. Te quiero mi Dipaqui bella 💜
Aquí estamos, siempre acompañándote y disfrutando de tu amor y compaía.
Di, Las decisiones mas difíciles de la vida, pero vos sos un ser mucho mas sabio de cualquiera que conozca cercano por lo menos, ademas se ser la persona mas tenaz. Sea lo que sea que pase, mi admiración, mi cariño y toda mi buena energía estaran con vos… tq
No me conoces, pero solo te quiero mandar la mejor energía del mundo… alza los brazos tal cual como en dragon ball y espera la Super Genki-dama que vas hacer. 🙌💛🤗
Peladita, ¡ánimo! Estás porque debes estar, y estarás hasta que debas estar. Ojalá pueda tener el gusto de darte un saludo pronto y si no -por aquello de tus cuidados, ánimo y cansancio-, por lo menos leer tu amena escritura mucho más.
Pri eres una mujer decidida, empoderada, valiente, emprendedora. Y cómo ya te lo había dicho antes solo el 🙌🏻 Sabe que te tiene para grandes cosas. 😻.
Aquí estamos en la distancia acompañándoste, leyéndote (porque la verdad que lo haces requetebien), deseandote lo mejor y aprendiendo de tus palabras que hacen reflexionar sobre todo lo que creemos del amor, del cuerpo, de la vida. Un abrazo
Mi Dianita Bella me recordaste los dolores de hígado y mírame ahora , lista para cumplir 53 . Recupérate pronto , sigamos ganando batallas . Te quiero muchísimo 😘
Dianis! Eres la más grande, más valiente y más fuerte que conozco, siempre hay pruebas en la vida que no nos explicamos pero que tienen un sentido, no solo para ti sino para los que te rodeamos! No pares de mostrarnos lo hermoso de la vida!
Te admiramos, te queremos y te respetamos… tendrás la sabiduría y la paz que necesitas! Nada te va a quedar grande!
Querida Dianita..sos una guerrera, mi admiración total!!! No te rindas jamás..solo Dios sabe cuando tenemos que parar..sigue luchando y ten mucha fe, bendiciones ❤️
Me impresiona y admiro sobre manera tu valentía en todo este largo y duro proceso!! Estas en mi oraciones 🙏 soy fiel fanática de Dios y de los grandes milagros que puede hacer en nuestras vidas. Ruego que te paz y claridad para tomar la mejor decisión. Un gran abrazoo🌸🤗
Dian ita, hace mucho tiempo que no hablamos, trato de leer tus cronicas que son super interesantes, me llegan al alma.
Didi, no te conozco, conozco a tu hermana Mafe y he tenido la fortuna de leerte por medio de ella. No puedo mentirte que al leer se me llenan los ojos de lágrimas al imaginarme lo que sientes y solo te puedo decir que nunca sabremos pq pasan estas cosas, pero como persona q creo en Dios solo puedo orar por ti, creer q el hace milagros todos los días, q tu existencia hasta ahora ya es un milagro para muchas personas de tu vida, y q su voluntad y su tiempo son los que son.
Q Dios te acompañe en tu decisión, eres muy valiente, gracias por existir y escribirnos.